Parafraseando a Descartes, podríamos argumertar que "comunico, luego existo".Somos en la medida que comunicamos y la sola posibilidad de carecer de esta cualidad, sin lugar a dudas, representaría una significativa limitante, pues somos seres sociales, como ya argumentaba Aristóteles, que nos relacionamos y construimos sociedad en base al proceso comunicativo.
De acuerdo a estudios en esta área, un 80% de las acciones de los individuos tienen un componente comunicativo y la semiótica se ha encargado de validar esa afirmación.
El escuchar la radio, el leer el letrero de la locomoción colectiva, el dialogar con los compañeros de trabajo, el mirar la hora del reloj; son sólo algunos ejemplos de como este proceso está presente como una constante permanente de nuestro quehacer social.
La oralidad, entendida como toda aquella forma comunicativa que se produce mediante la palabra hablada, es la expresión comunicativa más inmediata y, muchas veces, espontánea en comparación con la escritura. Más allá de las funciones clásicas del lenguaje, la comunicación oral predomina nuestras relaciones sociales. ¿Qué sucede cuando vemos un amigo por la calle? ¿Requerinos a un lápiz y un papel para emitir un saludo? La respuesta es un NO categórico, pues la oralidad surge en forma inmediata.
La ventaja: la comunicación oral requiere de ciertas habilidades que surgen desde el propio individuo (por supuesto, que mediadas por la cultura) para desarrollar un proceso comunicativo, en cambio, la escritura requiere de algún artilugio técnico para posibilidad el proceso, de un sorporte que permita el intercambio de información.
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